SALVATIERRA, MEXICO — Cuando cerró el matadero porcino la primavera pasada en Windom, Adrián Luna saltó a su Kia Sorento, el coche que compró con su sueldo estadounidense. Lo llevó casi 2,000 millas al sur, fuera de las praderas de Minnesota, cruzando los valles del sur, pasando la frontera de los Estados Unidos hasta este valle de México poblado de agaves que él llama hogar.

Después de abrazar a su familia, Luna se dirige a Nuestra Señora de la Luz, la iglesia de piedra que tiene vista a la frondosa plaza del municipio. La leyenda cuenta que la estructura barroca del siglo XVIII, con sus elevados campanarios dobles, fue construida por órdenes de un hombre local que fue testigo de un milagro: presenció cuando una pintura de la Virgen María resplandecía por sí sola.

En ese lugar, en presencia del milagro, Luna se hinca y reza. "Para dar gracias por su regreso seguro", expresa el hombre de 42 años de edad.

Después comienza a buscar trabajo.

Hace un año, cuando cerró la planta porcina de HyLife en Windom y se declaró en bancarrota, dejando a 1,000 personas sin trabajo, los cientos de trabajadores temporales de la planta enfrentaron un escenario angustiante tipo "elije tu propia aventura": permanece en los Estados Unidos de forma ilegal, obtén una nueva visa o un estatus legal temporal o regresa México.

Un año más tarde, los trabajadores de HyLife se encontraban dispersos en una diáspora continental, con poca unión, buscando desesperadamente un nuevo empleo. Algunos de ellos aún están recogiendo los pedazos; otros luchan por recuperar la estabilidad financiera y profesional que habían logrado en la planta de procesamiento de cerdos del oeste de Minnesota.

La planta, como muchas otras, sirvió como una conexión para la red global moderna agrícola. La empresa HyLife, que tenía oficinas centrales en Manitoba, adquirió cerdos criados en granjas del medio oeste. Los trabajadores migrantes sacrificaban a estos cerdos para enviar su carne a los consumidores en Tokio, Toronto y Beijing.

Para los trabajadores de HyLife, el final abrupto de su sueño americano dejó a muchos con planes a medias: el mandar a los niños a la escuela, construir casas, mantener a familiares mayores.

Para Luna, que después de un año administra una tienda de abarrotes en Salvatierra, el mayor dolor sigue siendo las esperanzas destruidas.

"Éramos un problema que no sabían cómo resolver", comenta Luna.

Convertirse en parte de Windom

Hoy, los extrabajadores de HyLife en Windom pueden encontrarse trabajando en plantas procesadoras en Michigan, en campos petroleros de Texas y ordeñando vacas en Iowa. Sin embargo, el viaje de todos comenzó en una planta de HyLife en Salvatierra.

En una mañana de abril, los camiones retumbaban tras la planta que ahora se encuentra cerrada. Durante años, la planta procesó carne de cerdo para los mercados locales. A medida que el COVID arrasó con la industria de empacamiento de carnes en todo Estados Unidos, HyLife contrató a trabajadores para su planta de Minnesota, y prometió más de dos años de salarios que generarían seis veces más ingresos que lo que ganaban los empleados en México.

Se trataba de una oportunidad económica muy rara. Los paisajistas y centros turísticos cerca de lagos usan el programa de visas H-2B durante el verano, así como también las procesadoras de carne y mariscos. Es una entrada legal par trabajar en Estados Unidos. Cientos de personas aceptaron esta oferta.

Cuando María del Carmen Calderón, de 40 años de edad, llegó por primera vez a Minnesota en un día frío de octubre, quedó maravillada por la nieve, algo que sólo había visto en las películas.

"Fue muy agradable sentir los copos de nieve cayendo en nuestra piel" comenta Calderón.

María del Carmen Calderón mandó a su hijo a la universidad con el trabajo de la planta de HyLife en Windom. Pero sus planes fueron interrumpidos cuando la empresa se declaró en bancarrota; después tuvo que regresar a México.

Después se fue a trabajar. En su nueva ciudad, construida entre campos de maíz e iglesias luteranas, ella y otros trabajadores vislumbraron una buena vida. Calderón ahorró dinero, así podría meter a su hijo a la universidad para que cursara la licenciatura de ciencias de la computación.

No obstante, su tiempo aquí terminó prematuramente cuando HyLife anunció que cerraría.

Tiffany Lamb, directora de desarrollo de Windom, comentó que el cierre desencadenó una lucha de veinticuatro horas al día por parte de funcionarios locales, estatales y federales ("algunas de las mejores mentes del país") para encontrar caminos legales para los trabajadores de HyLife que querían quedarse en los Estados Unidos.

"Muchas personas simplemente no sabían qué debían hacer", dice Lamb. "No querían hacer lo incorrecto; pero tampoco sabían cómo hacer lo correcto".

Una de las respuestas involucraba que Clemens Food Group en Coldwater, en Michigan, patrocinara a una parte de los trabajadores visas de trabajo H-3 relacionadas con capacitaciones y educación. En este lugar ahora los empleados ayudan a operar una planta porcina. Algunas personas se quedaron en Windom, con permisos laborales; otros, encontraron trabajo en Texas.

Sin embargo, más de 130 trabajadores, incluido Luna, regresaron a su histórico y empobrecido hogar, en el valle central de Huatzindeo en México, donde el calor y la violencia de los cárteles oprime las calles de adobe. Ahí, tenían que comenzar de nuevo, donde regresaron a una vida de la que creyeron habían escapado.

Salvatierra es un pueblo histórico y pintoresco en un estado plagado ahora por el crimen. "La violencia en este país ha aumentado poco a poco, cada vez más", señala Ana Melisa Pardo Montaño, una investigadora de ciencias sociales de la Ciudad de México.

Un "pueblo mágico" cambiado por la violencia

Salvatierra, una ciudad con raíces en los frailes franciscanos del siglo XVI, se levanta de los campos de granos y pasturas de ganado. Las catedrales construidas por los españoles atraviesan el cielo azul mientras que las montañas distantes y difusas rodean el lugar.

En el 2012, el gobierno mexicano declaró a Salvatierra un "pueblo mágico", una distinción reservada a los pueblos con una historia cultural o artística profunda.

Una diáspora de trabajadores a lo largo del continente

Cuando cerró la planta porcina de HyLife en Windom el año pasado, los trabajadores migrantes se dispersaron en todo el continente buscando trabajo. Muchos regresaron al centro de México.

Jake Steinberg, Star Tribune

No obstante, en los últimos años, el pueblo se ha convertido en un lugar peligroso.

En el mes de diciembre, una docena de personas fallecieron en una fiesta a las afueras del pueblo. En el 2020, las autoridades mexicanas encontraron una fosa clandestina que tenía casi 60 cuerpos. De acuerdo con la mayoría de los recuentos, el estado de Guanajuato tiene uno de los mayores índices de homicidios en México.

El ambiente en Salvatierra fluctúa entre la tranquilidad y la tristeza. En una calle de adoquín, los clientes de un café se reclinan bajo la sombra de un convento antiguo. En otra vía, la policía bloquea el tránsito mientras los investigadores se ocupan de una escena del crimen: otro homicidio.

Mientras que se incluye el debate migratorio en los Estados Unidos debido a la retórica sobre la seguridad y la identidad nacional, en el lado sur de la frontera, se trata de economía y seguridad. Los trabajadores abandonan su hogar para construir una mejor vida, huyendo de la violencia o el desempleo arraigado.

"La verdad es que encontramos ciertas concentraciones de violencia en varios lugares [de México]" comenta Ana Melisa Pardo Montaño, una investigadora de ciencias sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México en la Ciudad de México.

Antes del 2020, expresa Montaño, Guanajuato era una estado relativamente seguro y era conocido por sus áreas turísticas, como San Miguel de Allende. Los observadores señalan a la presidencia de Felipe Calderón, del 2006 al 2012, cuando las fuerzas federales tomaron medidas contra los cárteles, y provocaron guerras territoriales.

"La violencia en este país ha aumentado poco a poco, cada vez más" expresa Montaño.

Un campanario se levanta sobre las calles de Salvatierra. El sonido del comercio en el pueblo oculta ansiedades económicas.

El repunte de la violencia ha apabullado la oportunidad económica y ha incentivado la migración de personas, entre ellas están las que encontraron un camino al condado de Cottonwood, en Minnesota.

En Windom, Estefanía Morales, de 26 años de edad, vio una vida floreciente. Con los sueldos de HyLife que excedían, por lo general, los $2,000 mensuales, adquirió un coche. Ella y su pareja tuvieron un bebé; pero cuando cerró la planta, ella tuvo que regresar a su hogar natal.

Un año más tarde, sentada en la mesa de la cocina de sus padres, en una calle estrecha en Salvatierra, con un camioncito estacionado a lado del refrigerador, la vida de pronto parece pequeña. Su hijo de 18 meses, nacido en un hospital de Windom meses antes que cerrara la planta de HyLife, hace una siesta en una habitación cercana.

"Me gustaría que aprendiera inglés", dice Morales sobre su hijo, quien tiene la doble ciudadanía. "Me gustaría que fuera a una escuela en Estados Unidos… Él puede viajar a ese país cuando quiera".

Cuando regresó, Morales intentó trabajar turnos de 12 horas en una fábrica de Salvatierra, pero las largas jornadas eran demasiado difíciles con un bebé. Ahora vende tortillas y raspados afuera de su casa unas cuantas horas al día.

Cuando trabajaba en HyLife en Windom, podía comprarse una nuevo par de zapatos con el salario de una sola hora. Ahora debe trabajar toda una semana para adquirirlos.

"La calidad de vida allá era muy diferente de la de aquí", señala Morales.

Estefanía Morales acurruca a su hijo de 18 meses, nacido en un hospital de Windom antes de que cerrara la planta de HyLife. Él tiene la doble ciudadanía.

Un laberinto de deudas

En el mercado de Salvatierra, los clientes deambulan entre puestos de chiles secos y cebollas recién cosechadas. Un carnicero corta chuletas de cerdo; una cabeza de cerdo se encuentra cerca de la vitrina. Pero en todo el pueblo, el comercio esconde ansiedades económicas.

La extrabajadora de HyLife, María Lourdes Silva, de 52 años, dice que desea regresar a los Estados Unidos porque el trabajo aquí escasea, especialmente para las mujeres mayores de 50.

"El problema ahora es encontrar un empleo", comenta Silva. "Tengo una cochera que no he terminado. No tengo ventanas en la puerta de entrada".

Muchos trabajadores temporales confían en los reclutadores, pero los locales saben que deben tener cuidado.

La gente en Salvatierra le contó al Star Tribune sobre un hombre local al que asaltaron y asesinaron cuando pagaba un soborno a los reclutadores para entrar a un programa de trabajadores temporales.

El otoño pasado, la administración de Biden anunció nuevas protecciones para los trabajadores con visa H-2B en los Estados Unidos, incluso medidas severas contra el reclutamiento ilegal de trabajadores temporales. El estado de Minnesota también ha buscado que se haga una reembolso a los trabajadores de HyLife a través de un caso de bancarrota en Delaware.

En una audiencia de bancarrota celebrada en marzo, Rick Wright, un asesor financiero del administrador de la liquidación, impugnó el argumento del estado sobre que aún se les debe dinero los trabajadores de HyLife. "Supondría que si no se les ha pagado a los empleados, entonces habrían presentado una demanda", dice Wright.

Más tarde en la audiencia, el juez Thomas M. Horan le recordó a la sala que el inglés no es la lengua materna de muchos de los trabajadores.

"También asumo", agregó Horan de acuerdo con las transcripciones del juzgado, "que los materiales que llegaron a ellos y que les avisaban sobre las fechas límite para presentar una demanda administrativa estaban redactados en inglés".

Tiempo después, cuando el Star Tribune les pidió en español a los extrabajadores de HyLife en Salvatierra que levantaran la mano si habían sido contactados por alguien sobre el caso de bancarrota, nadie lo hizo.

En una declaración, la compañía, que vendió en ese entonces la planta, comentó "Entendemos que el cierre en el 2023 de la planta afectó a nuestros trabajadores y lamentamos las adversidades que enfrentaron. Trabajamos de buena fe e hicimos lo mejor que pudimos frente a esta situación tan desafiante".

Adrián Luna intenta echar un vistazo a un anunció de Salvatierra en el que se buscan trabajadores para la planta de HyLife en Canadá. Luna dice que muchas de las fotografías en el cartel son de la planta que cerraron en Windom, Minnesota.

El sueño que se convirtió en una pesadilla

En Posadas Ocampo, la autopista principal de Salvatierra, la planta de HyLife que ahora se encuentra cerrada tiene un anuncio de "se contrata" ofreciendo trabajo en Canadá. Uno de los requisitos del empleador es que los trabajadores hablen inglés.

A unas cuantas cuadras de distancia, se encuentra El escorpión, la tienda que administra Luna. "Es como un "Walmart o Hy-Vee" comenta.

El carisma natural de Luna impulsó su ambición en Minnesota, donde tomaba clases de inglés por las tardes en una primaria de Mankato. Aún lleva la playera de Adam Thielen, el morado del equipo de los Vikingos resalta contra los escaparates naranjas y rojos de su ciudad natal

En una tarde de abril, Luna levanta paquetes de agua de una tarima, pasándolos a un compañero que ayuda a colocarlos en los anaqueles. Era la noche del la selección de la NFL, y él se preguntaba si los Vikingos escogerían a un nuevo quarterback.

"Para mí", dice Luna, cuando le preguntan sobre lo que recuerda de Minnesota, "se trata de la calidad de la gente y de cómo nos trataban".

Después de que cerraran la planta de Windom, Adrián Luna regresó a Salvatierra y ahora trabaja como gerente en una tienda de abarrotes.

Luna recuerda sus pescas en el río Des Moines en Windom y su asistencia a un partido de la liga menor de béisbol de los MoonDogs de Mankato. Él y otros trabajadores celebraron el Día de muertos y el Día de la independencia mexicana en el hotel donde vivían. Los viernes, visitaban un taller en Windom donde vendían tacos.

Le gustaría que sus recuerdos finales de Minnesota fueran mejores.

Como trabajadores de HyLife que fueron liquidados rápidamente, muchos salieron en busca de oportunidades en otras ciudades y estados, dejando a unos pocos con cargas de trabajo más pesadas. Un empleado terminó trabajando en el área de matanza. Comentó que había sólo tres personas haciendo el trabajo de 11. Retiraban los cuerpos de los cerdos que se apilaban, mientras se violaban ciertas normas.

"Era una pesadilla el final del día", dice Luna. "Después de que fuera una hermoso y dulce sueño, se convirtió en una pesadilla".

Después de descargar una paleta del piso de la tienda de abarrotes, Luna echa un vistazo a la calle cuando un camión lleno de policías armados pasa el estacionamiento. Calle abajo, hay cordones de advertencia que cierran el bulevar. El Kia Sorento de Luna, con las placas azul y blanco de Minnesota, está en el estacionamiento, brillando bajo el sol mexicano.

La fotógrafa del Star Tribune Elizabeth Flores proporcionó los servicios de interpretación para las entrevistas en español.

Christopher Vondracek cubre los temas de agricultura para el Star Tribune.

Créditos

Redacción Christopher Vondracek y Elizabeth Flores

Fotografía Elizabeth Flores y Katie Rausch

Edición Kristen Leigh Painter

Corrección de estilo Catherine Preus

Diseño Bryan Brussee y Michiela Thuman

Gráficos Jake Steinberg y CJ Sinner